OTRA VERGËNZA NACIONAL: AÑEJO E IMPUNE TRÁFICO ILÍCITO DE FAUNA EN LA FERIA DE POMPEYA
por Carlos Estrada *
Según un informe de TN del 24 de mayo de 2011, dos causas penales por venta de animales silvestres en la Feria de Pájaros de Pompeya, prescribieron.
Aparentemente dos expedientes donde se “investigaba” (?) la venta de especies mentirosamente protegidas por nuestras autoridades en la intocable e impune Feria de Pájaros de Pompeya de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (no generalizo porque todos los puesteros no venderían fauna ilegal, pero los organizadores tampoco lo han impedido a través de décadas de irregularidades detectadas), terminaron prescribiendo sin que los acusados fueran juzgados como establecen las leyes vigentes. Los traficantes habrían sido denunciados el 23 de noviembre de 2006 por un posible integrante de la Asociación Aves Argentinas por exhibición y venta de pájaros de dudoso origen y tortugas de tierra (¿voladoras?), ya que no sólo es feria de “pájaros”, venden otros animales autóctonos y exóticos del mercado negro siguiendo la “tradicional” costumbre de la década del ’80 y ´90.
Un noticiario televisivo de aire mostró el 17 de junio pasado que los delitos continuarían a la vista de las autoridades oficiales.
Pregunto: ¿connivencias? ¿encubrimientos? ¿complicidades? ¿amiguismos políticos? ¿tráfico de influencias?
Parece que después de la denuncia en el 2006, los eficientes (?) funcionarios judiciales ordenaron allanamientos en los domicilios de los acusados en el 2008 (¿dos años después? ¡país generoso, Argentina!), encontrando presuntamente “gran cantidad” de animales de la caza furtiva correspondientes a especies “protegidas”, es decir, de caza, traslado, tenencia y comercio “prohibido” (¿prohibido por quién?).
Como pasó el tiempo y los administradores de justicia sospechosamente dejaron “dormir” las actuaciones (entiéndase: a sabiendas de su incumplimientos de los deberes de funcionarios públicos), habrían comprobado tardíamente que el tiempo transcurrido fue excesivo en comparación con el máximo de las penas establecidas para estos delitos, en consecuencia –se informó- la Sala Sexta de la Cámara del Crimen dio por “finalizado el proceso” (un caso más y van…), certificando así la impunidad de los personajes (puesteros de la feria), que cómodamente burlaron la Ley de Fauna y otras cositas, en perjuicio de la economía nacional y equilibrio ecológico.
Cabe mencionar que en la década del ´80 y ´90 comprobé sólidas cadenas de corrupción y decidí impulsar innumerables y resonantes procedimientos contra diferentes ferias de animales, depósitos en el barrio de Constitución y otros lugares, contra circos famosos, zoológicos gigantescos, bicherías, pajarerías, veterinarias, “colecciones” privadas, curtiembres, peleterías, exposiciones ilegales, transportistas cómplices, cazadores furtivos, traficantes intocables, acopiadores clandestinos proveedores de ferias públicas, etc., con permanente difusión en los medios de prensa e incautaciones de varios millares de animales autóctonos y exóticos (de la caza furtiva y contrabando); investigué áreas oficiales “tolerantes”, me infiltré en ellas, consiguiendo el alejamiento de los cargos de dos directores nacionales de fauna y un director de Recursos Naturales de la provincia de Buenos Aires, contando con el apoyo del fiscal nacional de Investigaciones Administrativas Dr.Ricardo Molinas y de otros dos o tres funcionarios éticos de excepción; hubo sumarios, investigaciones, etc., apareciendo también involucrados inspectores que hacían la vista gorda y jefes policiales que no cumplían sus labores con rectitud, aunque después la fauna incautada y trasladada definitivamente a reservas y zoológicos oficiales fue misteriosamente “desapareciendo” de a poco (por suerte liberamos miles de ejemplares en sus hábitats naturales); es más, millares de pieles y cueros silvestres depositados en manos de las autoridades nacionales de aplicación nunca fueron quemados como marcarían los convenios internacionales adheridos y supuestamente se desviaron a destinos pícaros por sus valores millonarios en dólares. En 1986 impulsé la primera condena en la historia del Poder Judicial argentino contra un traficante ilegal de fauna, pero todo lo que hice con amor y sacrificio, de manera arriesgada y solitaria (independiente), usando dinero propio, fue un búmerang de amenazas y graves perjuicios: sufrí numerosos robos de documentación y de equipos periodísticos, atentados, presiones, coacciones y feas heridas en represalias y emboscadas cobardes y a traición de mafias amparadas por corruptos “influyentes” enquistados en áreas específicas.
Con mucha admiración y respeto recuerdo que en esa época había cuatro o cinco mujeres valientes que no pertenecían a ninguna entidad y salían a la calle a dar la cara y pelear duramente contra el maltrato animal; eran incontenibles, nobles y desinteresadas, no comían ni dormían para salvar a los indefensos sin voz, el resto vivía del doble discurso (salvo alguna excepción). Hoy son decenas de miles los promocionados defensores, centenares las entidades y organizaciones; abren cuentas bancarias para recaudar fondos, tienen tecnología de avanzada a disposición: teléfonos celulares que graban y filman, computadoras, Internet, etc. Los tiempos cambiaron, los proteccionistas se multiplicaron en enormes cantidades, pero los animales siguen mal en Argentina y otras partes del mundo.
Entonces, si casi tres décadas después siguen cometiendo crímenes contra la Naturaleza en los mismos lugares, sin dudas será por la existencia de cadenas de connivencias y respaldo de “padrinos” con poder, es decir, ilícitos que se reiteran por la inacción de intendentes municipales y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de la Administración Federal de Ingresos Públicos (DGI- DGA), justicia que miraría para otro lado, Dirección Nacional de Fauna que nunca controló con transparencia y eficacia, direcciones de Recursos Naturales y Ecología del país que darían luz verde a las irregularidades, Policía Federal, Policía Metropolitana, policías provinciales y otras fuerzas de seguridad que no frenan los traslados interprovinciales e ingresos a Capital Federal (con bastante salida al exterior), permitiendo la movilización, exhibición y venta ilegal de especies salvajes en locales y espacios abiertos al público (descaradas violaciones a ley nacional N° 22.421 de Conservación de la Fauna, ley nacional N° 14.346 que reprime los Actos de Crueldad hacia los Animales, ley nacional N° 22.415 que reprime los actos de contrabando, incluyendo vulneración de normas municipales y de salud pública, etc.), toda una cadena de oscuras “tolerancias” tendientes a garantizar impunidad -por razones inconfesables- a traficantes de especies silvestres del mercado negro que quebrantan leyes provinciales, nacionales e internacionales vigentes.
CARLOS ESTRADA *escritor, periodista de investigación y proteccionista independiente de fauna salvaje con documentada trayectoria pública desde 1970 (pionero que abrió peligrosos caminos), con decenas de certificaciones oficiales y científicas y máximos reconocimientos internacionales que figuran en libros europeos, varios centenares de publicaciones en diarios (prensa escrita), elogiosas menciones en editoriales, revistas jurídicas, de actualidad, de fauna, revistas de reparticiones nacionales y provinciales, versiones taquigráficas legislativas, decenas de extensos cables de AFP al mundo entre 1987 y 1993, más de cincuenta noticias difundidas por un diario en inglés editado en Buenos Aires y mucho más.
Buenos Aires, Argentina, 18 de junio de 2011.
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